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giovedì 1 novembre 2012

Plazeando

Oigo a hombres hablando de lo suyo y a un niño llorando porque su papá no le presta atención.
En la calle que está a mi derecha veo algunos tenderetes, cuyos artículos están de rebajas.
Enfrente de mí hay una gran plaza con un Duomo y varios cafés con sus mesitas llenas de gente.
La plaza huele a gas de escape y aperitivos del sábado.
Mientras mis ojos están atraídos por las luces que brillan desde los balcones de los antiguos palacios que rodean esta vieja plaza, mis oídos se pierden en miles de ruídos que circulan por un aire tan lleno de presencias humanas como si fueran miles de grillos buscando amores timpánicos.